ÚLTIMA HORA
1 septiembre 2016
Por Mario César Macías Zúñiga
Este miércoles, por invitación de Enrique Peña Nieto, presidente de México, el candidato republicano a mandatario de Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, visitó la residencia oficial de Los Pinos. Una visita ampliamente rechazada por la inmensa mayoría de la población mexicana, así como por un amplio sector de ciudadanos estadounidenses, entre ellos Hillary Clinton, abanderada demócrata, quien recordó los insultos que su contendiente político ha lanzado durante meses en contra de los mexicanos.
Fue una reunión de dos malqueridos, de dos rechazados, de dos mal vistos.
En conferencia de prensa, realizada después de la reunión entre el presidente mexicano y el candidato republicano, Donald Trump insistió en su discurso: “Tenemos que velar por la seguridad de la frontera, cuidar la seguridad de ambas naciones: es necesario poner un muro».
En algo se parecen Enrique y Donald, ambos no son bien vistos por la mayoría de sus paisanos.
Apenas hace unos días el diario ABC publicó que la mayoría de los estadounidenses: “Un 61 por ciento, rechaza la idea del candidato presidencial republicano, Donald Trump, para construir un muro entre México y Estados Unidos, según una encuesta divulgada por el Centro Pew Research”.
Así pues, mientras que Donald puede presumir de contar con un amplio rechazo en su país, Peña Nieto puede jactarse de ser el presidente mexicano con peor aceptación en la historia de México, apenas el 30 por ciento de la población aprueba su gestión.
Horas después de la innecesaria reunión y del mensaje a los medios de comunicación en Los Pinos, Donald Trump reiteró que de ser el próximo presidente norteamericano, habrá «una gran muralla» entre Estados Unidos y México, y que el pueblo mexicano «pagará por ella».
Enrique Peña Nieto se vio demasiado blando, le faltó sangre de Villa y bigote de Zapata. El egresado de la UP y orgullo del PRI se vio terso, dócil, suave, delicado, sin una pizca de liderazgo y cero gallardía, se vio frágil, no fue capaz de sentenciar, escupir de frente, fuerte y claro, ante la prensa nacional e internacional, que ese muro, que esa muralla, que esa barda fronteriza a la que Donald Trump lleva refiriéndose meses, no será pagada por México ¡y punto!
Peña Nieto va de mal en peor. Enrique no fue, ni es, la voz de los millones de mexicanos.
Esta invitación ha sido una de sus peores acciones, desaprovechó la oportunidad de mostrar sangre azteca ante un candidato presidencial norteamericano.
No quiero imaginar cómo será de dócil el esposo de “La Gaviota” si Donald Trump llega a ser el presidente de Estados Unidos de Norteamérica. ¿Será acaso por ese departamento en Miami?
Este miércoles pudo haberse registrado una gran historia, de esas que Peña Nieto quiere que México cuente en su cuarto informe de gobierno, pero Enrique mostró que en él no hay liderazgo.
Por lo pronto, después de esta patética reunión, el jueves 1 de septiembre México amanecerá con un nuevo aumento en el precio de la gasolina Magna, esos incrementos que Enrique Peña Nieto dijo que ya no iban a ocurrir en 2016 y que ya ve, se siguen registrando.
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